Escuchar para conversar mejor

Escucha Activa: El secreto para una comunicación real

¡Hola, hola, hola! Hoy quiero hablar de algo que me ha cambiado la vida, y que probablemente también podría hacer maravillas en la tuya. Estoy hablando de la escucha activa. Ya sé, puede que suene a uno de esos términos que encontramos en libros de autoayuda (y que a veces tiramos al fondo del estante porque ya nos da pereza leer tanto palabreo psicológico), pero prometo que no es nada complicado. Y, por si te lo preguntas, no, no es solo una excusa para que nos pongamos a escuchar a los demás sin sentir que nos están dando la chapa.

La escucha activa es como ese truco mágico de las películas: parece sencillo, pero cambia todo a su alrededor. Te permite conectar con las personas a un nivel que nunca pensaste que era posible. ¿Te suena a un superpoder? Pues lo es. Un superpoder que, cuando lo dominas, te hace ser la persona más querida de la fiesta, la amiga más confiable y hasta la mejor madre (sí, también influye en la crianza, créeme).

Ahora, ¿qué pasa con la gente que no escucha? Ah, sí, esos “escuchadores” que solo están esperando su turno para hablar, como si fuera un juego de “¿quién tiene la última palabra?”. Esos no tienen ni idea de lo que están perdiendo. Y yo, que no soy precisamente una experta (aunque me gusta mucho practicar), te cuento que he tenido mis momentos de no escuchar… y vaya, qué mal se siente. Al final, la culpa es nuestra, ¿verdad? Y claro, de eso te hablaré más adelante, porque la culpa es un tema que me da para otro post entero. Pero volvamos a lo que importa.

¿Qué es la escucha activa y cómo la pongo en práctica?

Te confieso que, al principio, me parecía algo como “lo que dicen los expertos, pero nadie sabe realmente cómo hacerlo en su día a día”. Claro, eso hasta que lo practiqué en carne propia. Yo solía ser la típica persona que escuchaba, sí, pero con la mente en mil cosas. ¡Estaba deseando que me llegara mi turno para hablar! Pensaba cosas como “¡Ay, si supieras lo que me pasó ayer, te caería de espaldas!”. Y ahí estaba yo, perdiéndome la oportunidad de conectar con la persona de verdad.

La clave está en estar presente. O sea, en no tener tu mente viajando al pasado ni saltando al futuro. Ya sabes, ese lugar donde guardamos todos nuestros miedos e inseguridades sobre lo que viene. Pero, si realmente quieres empezar a escuchar activamente, lo primero que debes hacer es soltar todo eso y poner el 100% de tu atención en la persona frente a ti. Oye, no te preocupes, lo puedes hacer, ¡estás a solo un par de respiraciones de distancia de lograrlo!

Por ejemplo, el otro día mi hija, que tiene 5 años y habla como si tuviera 40, empezó a contarme sobre una pelea en el colegio (¡de las que te hacen pensar que ya tiene todo resuelto en su vida social!). Yo, en lugar de pensar “Ay, qué pesado, tengo mil cosas que hacer”, hice un esfuerzo por escuchar activamente. Miré sus ojitos, asentí de vez en cuando, y realmente me enfoqué en sus palabras. Y, sorpresa: ¡hubo una conexión real! Al final, no solo me contó todo lo que le pasó, sino que incluso me hizo preguntas sobre mi experiencia de niña. ¡Esas pequeñas cosas me llegaron al alma! Y todo gracias a que la escuché de verdad.

No te voy a mentir, al principio me costó un poco, porque mi mente tenía la costumbre de volar a mil por hora. Pero empecé a poner atención en cada gesto, en cada palabra, y a escuchar con los ojos, los oídos y el corazón. Eso cambia todo. Lo mismo si se trata de tu pareja, tu amigo o incluso un cliente. Escuchar no es solo oír, es un acto de presencia total.

¿Por qué la escucha activa es la clave de una buena comunicación?

Parece obvio, ¿no? Pero déjame contarte un secreto: la mayoría de los problemas de comunicación que tenemos en nuestras relaciones, ya sean amorosas, familiares o laborales, ocurren porque no estamos escuchando de verdad. No estamos en la misma frecuencia. Si solo escuchamos para responder, sin captar el sentimiento detrás de lo que nos dicen, no hay manera de que nos entendamos de forma profunda. Y ahí es donde la cosa se complica.

Hace poco, una amiga me contó que tuvo un malentendido con su pareja porque él no la escuchó como ella esperaba. “Es que yo le dije, y le dije… pero no me entendió”, me dijo. Y claro, en ese momento, su pareja estaba pensando en las mil cosas que tenía que hacer, en el informe que tenía pendiente, en las facturas que debía pagar. Es natural, pero al final, la comunicación no fluye. Porque al escuchar activamente, estás permitiendo que la otra persona se sienta vista y oída. Estás quitándote la carga de tus propios pensamientos y dedicándote por completo al momento presente.

¿Cómo se practica la escucha activa en mi día a día?

En mi caso, aplicar la escucha activa es un desafío constante. Hay momentos en los que estoy cansada, o estoy atrapada en un mar de pensamientos que no me dejan pensar en otra cosa. Pero, cuando me esfuerzo por estar ahí, todo cambia. ¿Te cuento algo divertido? Al principio, me sorprendió darme cuenta de lo poco que realmente escuchaba a los demás. Es decir, cuando empecé a ponerle atención a la gente con la que hablaba, me di cuenta de lo fácil que es desviarse sin querer. Pensaba que estaba escuchando, pero al final solo estaba esperando que me hablaran para yo responderles. ¡Y qué vergüenza me dio darme cuenta de eso! Pero bueno, uno aprende a base de experiencias, ¿no?

Por ejemplo, con mi hija es donde más he tenido que practicarlo. Ella, que tiene una energía infinita y una forma de hablar que podría competir con la de un locutor, necesita que la escuche al 100%. Y claro, a veces me pierdo en los detalles, en lo que haré al día siguiente, pero cuando me paro un segundo y realmente me enfoco en ella, la conversación se vuelve mucho más rica. Ya no es solo una charla de “Sí, mamá, claro” mientras pensaba en el montón de cosas pendientes. Es un intercambio genuino, en el que ella también siente que sus palabras valen.

Cómo te cambia la vida la escucha activa

La práctica de escuchar activamente es como un músculo: cuanto más lo usas, más fuerte se vuelve. Y lo que es aún más impresionante, es que no solo mejora tus relaciones. No, no. Además, ayuda a que tú misma te sientas más conectada contigo. Te ayuda a sentirte más empática y comprensiva, lo cual es un regalo tanto para ti como para los demás. Piensa en ello como una especie de terapia emocional que puedes aplicar a diario sin necesidad de estar en un consultorio.

Y si alguna vez dudas de lo potente que puede ser, solo recuerda aquella vez que alguien te escuchó de verdad, con la atención completa, sin interrumpirte. ¡Fue como un bálsamo! ¿A que sí? Así que te invito a ponerlo en práctica. Empieza por estar presente, dar un paso atrás con tus pensamientos y sumergirte de lleno en la otra persona. Créeme, las recompensas van a ser increíbles.

Y si alguna vez te olvidas, no pasa nada. Yo también lo hago. Pero lo bonito es que siempre puedes empezar de nuevo. Y con ese corazón abierto, seguro que empezarás a ver cómo la escucha activa mejora todo a tu alrededor.

Así que, ¿qué me dices? ¿Estás lista para empezar a escuchar con los ojos, los oídos y el alma? ¡Te aseguro que lo notarás! ¡A por ello!